AZORES
La historia de las Islas Azores se comienza a escribir cuando el navegante portugués Diogo de Silves, descubrió este Archipiélago en el Siglo XV. El nombre de Azores proviene del Azor, un ave rapaz que sobrevuela la zona.
En el Siglo XV las Islas Azores no estaban habitadas, es por ello que se habla de ellas como de Islas legendarias, de islas míticas, nobres como la Atlántida o las Islas Azuis, las Siete Ciudades daban nombre a estas islas desiertas. A partir del Siglo XV, cuando llegan las primeras naves, la historia cambia, y las islas comienzan a poblarse tras las expediciones de los primeros marinos portugueses, Diogo de Silves no fue sino el encargado de abrir la puerta que luego usaron otros marinos que llegaban del Algarve y de la región de Alentejo, en el Portugal Peninsular, que colonizó esta región. Luego vinieron otros, como franceses u holandeses, españoles… no en vano, las aguas de las Azores, en concreto las de la Isla Terceira, fueron testigo de una de las batallas más importantes que se han dado en la mar, la Batalla de Terceira, entre españoles y franceses.
En el Siglo XIX, con la guerra civil portuguesa, las Islas se tambalearon, quedando agravada una gran inestabilidad. Vila da Praia fue testigo de una batalla que los liberales vencieron a los absolutistas, convirtiendo a Terceira en una isla cuartel para el nuevo régimen de Portugal.
Ya en el Siglo XX, concretamente en 1976, las Azores pasan a formar una comunidad autónoma formada por la Isla de Sao Miguel, donde se ubica Ponta Delgada, la capital de las Azores (la más poblada también con más de 130,000 habitantes); la Isla Terceira, con unos 60,000 habitantes; Isla de Faial, con 15,000 más o menos; Isla de Pico, cuya población ronda los 15,000 habitantes; Isla de Sao Jorge, con unos 10,000; Isla de Santa María, con poco más de 600 habitantes, y las islas Graciosa, de Flores y de Corbo, las dos primeras con unos 5000 habitantes, la última con poco menos de 1000.
Debido a la falta de monedas, durante el siglo XVIII y XIX se permitió en todo el archipiélago la circulación de diferentes monedas extranjeras. Para garantizar su circulación se utilizaron una serie de contramarcas, las primeras empleadas en 1792 sobre monedas de cobre. En marzo de 1887, se volvieron a marcar todas las monedas que circulaban en las islas con el objetivo de revalorizar su precio. Para ello se utilizó un punzón circular que contenía la sigla “G.P.” (Gobierno Portugués) debajo de una corona real. De este punzón, muy común en estos tiempos, hay diferentes modelos que varían su tamaño de 6 a 8 milímetros. Se conocen falsificaciones muy malas de este punzón, que se estampó sobre monedas de varios países: brasileñas (960 reis), españolas (8 reales, duros de 5 pesetas hasta el reinado de Alfonso XII), francesas (5 francos de Napoleón) y austriacas (talers de María Teresa) entre otras.